Hoy estamos viviendo la mayor transformación energética desde la revolución industrial, cuando aprendimos a quemar los combustibles fósiles, y que cambió radicalmente nuestros estilos de vida y la forma en que producimos. Hoy, la entrada de las energías renovables, la eficiencia energética, el almacenamiento y la electromovilidad, entre otros desarrollos energéticos, cambiarán también nuestra forma de relacionarnos con la energía, y con ello nuestros estilos de vida y nuestra economía.
Estos cambios han sido impulsados por la crisis climática que atraviesa el planeta, generada especialmente a propósito del uso de combustibles fósiles para generar energía durante los últimos 150 años.
Adaptarse a estos cambios, que esperamos esta vez lleven a la humanidad a un futuro sostenible, requiere abordarlos desde tres dimensiones: los cambios tecnológicos, los cambios regulatorios y los cambios culturales. Si alguna de estas dimensiones queda coja o no se desarrolla a la par de las otras, los resultados pueden ser muy distintos a los esperados.
En el sector eléctrico, por décadas estuvimos acostumbrados a ser simples consumidores de energía. Hace tan solo 3 años, además, podemos producir nuestra propia energía, a través de la generación distribuida con energías renovables. En el futuro próximo, la electromovilidad y el almacenamiento nos llevarán a ser gestionadores de energía. Nosotros decidiremos de dónde obtenemos la energía que consumimos, y cuándo y qué tipo de energía podemos entregar al sistema cuando sea conveniente.
En este caso, las tecnologías están madurando con una velocidad impresionante y no debe extrañarnos que en menos de 5 años, un hogar promedio pueda implementar todo un sistema de gestión de la energía. Sin embargo, para que esto funcione debemos fomentar la cultura de la sostenibilidad energética, y debemos contar con un marco normativo moderno, que facilite la adopción de estos nuevos cambios tecnológicos y las nuevas formas de relacionarse con la energía.
En este sentido, es muy importante avanzar en las reformas a la distribución eléctrica que anunció el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, la “ley corta” que se discute en el Congreso, y especialmente la “ley larga”, que se ingresaría en diciembre de este año. La actual legislación si bien respondió exitosamente a los requerimientos energéticos de los últimos 40 años, prácticamente se ha mantenido inalterada en este período.
Modernizar “la última milla” del sector eléctrico nos dará mayor dinamismo para el surgimiento de nuevos emprendimientos y negocios, abrirá múltiples posibilidades a los consumidores para convertirse en gestionadores, y permitirá el desarrollo de opciones energéticas más limpias y eficientes, que nos permitan avanzar más rápido en la senda del desarrollo sostenible.
Fuente: La Segunda