Por Yanina Inostroza, Profesional del Proyecto GEF7 Electromovilidad del Área de Movilidad Sostenible e Hidrógeno Verde de la AgenciaSE.
Chile avanza a paso firme hacia un futuro más limpio y sostenible, donde la electromovilidad no solo se posiciona como una solución para reducir emisiones en el transporte, sino también como una herramienta transformadora para la matriz energética nacional. Este compromiso se refleja en la Estrategia Nacional de Electromovilidad, que fija metas ambiciosas, como que el 100% de las ventas de los vehículos livianos y medianos nuevos sean cero emisiones para 2035. Además, la Hoja de Ruta para el Avance de la Electromovilidad al 2026 establece acciones concretas en infraestructura, generación de capital humano y regulación, para la masificación de la tecnología.
La movilidad eléctrica no solo reduce las emisiones por el transporte, sino que también puede actuar como un Recurso Energético Distribuido (RED) para entregar flexibilidad al sistema eléctrico chileno. Por ejemplo, con tecnologías como el V2G (Vehicle to grid), las baterías de los vehículos eléctricos permiten almacenar excedentes de energía renovable e inyectarlos a la red en momentos de alta demanda, optimizando la operación del sistema y reduciendo costos.
Flexibilidad: Un eje central para la descarbonización
Dos estudios recientes han consolidado la importancia de la flexibilidad en la matriz eléctrica chilena. Por un lado, el proyecto “Integración de flexibilidad desde la demanda en el sistema eléctrico chileno para facilitar una profunda descarbonización del sector energético nacional”, liderado por la División de Energías Sostenibles del Ministerio de Energía en colaboración con el Imperial College London y el Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), evaluó cómo la integración de recursos energéticos distribuidos, gestión activa de la demanda y almacenamiento puede reducir significativamente los costos de la descarbonización. Utilizando el modelo Whole Electricity System Investment Model (WeSIM), el estudio destacó que la flexibilidad permite aumentar la participación de energías renovables y minimizar inversiones en transmisión.
Por otro lado, el estudio “Electromovilidad y su aporte a la flexibilidad en el Sistema Eléctrico Nacional: Próximos pasos” desarrollado en el marco del programa GEF7 Electromovilidad, financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y ejecutado por la Agencia de Sostenibilidad Energética, con el apoyo permanente del Ministerio de Energía, se enfoca específicamente en cómo los vehículos eléctricos pueden actuar como recursos energéticos distribuidos. Al habilitar tecnologías como el V2G, los vehículos eléctricos pueden no solo consumir energía, sino también devolverla a la red en momentos de alta demanda. Esto no solo permite aumentar la utilización de recursos renovables, sino que también refuerza la estabilidad del sistema eléctrico, especialmente frente a la intermitencia de la generación eólica y solar.
Del estudio se desprende que es posible alcanzar una reducción de hasta un 26% en los costos operativos del segmento de generación y una disminución del 40% en los requerimientos de inversión en redes de distribución mediante la implementación de tecnologías como el V2G, lo que además permite postergar dichas inversiones entre tres y cuatro años al 2040. Estos resultados asumen como premisa el fortalecimiento de la infraestructura de transmisión.
El documento concluye que la electromovilidad y la flexibilidad no son conceptos aislados, sino pilares complementarios para lograr una descarbonización profunda y eficiente del sistema energético chileno. Además, ofrece recomendaciones concretas para el diseño de políticas públicas que permitan habilitar las tecnologías necesarias para este propósito.
Un llamado a la acción colectiva
Chile tiene la oportunidad de liderar en Latinoamérica una transición energética integral, en la que la electromovilidad y la flexibilidad del sistema eléctrico jueguen un rol protagónico. Sin embargo, el éxito de este esfuerzo requiere la colaboración de todos y todas.
La electromovilidad es mucho más que un cambio en la forma de movernos; es el presente que nos permitirá construir un futuro más limpio, equitativo y sostenible para las próximas generaciones.
Accede al estudio completo en el link.